Los integrantes de la Banda del Colegio Pedro Molina, de Coatepeque, Guatemala, fueron los encargados de inaugurar oficialmente el 30 Festival Centroamericano de Independencia en Los Ángeles, California, la tarde del sábado 14 de septiembre de 2013, en las inmediaciones del Parque McArthur, en el centro de esta ciudad.
Los sonidos de las trompetas fueron la señal que marcó el inicio de una hora llena de música, danzas y fervor patrio. Las notas de «Yo soy puro guatemalteco» emocionaron a los inmigrantes guatemaltecos, quienes, con sus teléfonos, cámaras y tabletas, no perdían detalle de la presentación de los estudiantes chapines.
La banda de estudiantes más famosa fuera de Guatemala deleitó con las melodías de «Luna de Xelajú», además de ritmos de salsa, merengüe y cumbia, con los que invitaron a bailar al público.
Para la mayoría de integrantes de esta generación de la Banda Pedro Molina constituye la primera ocasión que salen del país. «Están emocionados, para algunos es la primera vez que se suben a un avión. Hemos oído tanto de Los Ángeles y nos emociona estar aquí», señaló el capitán Edwin Monterroso.
Agregó que empezaron con los ensayos desde marzo pasado, cuando recibieron la invitación y que se preparan para lo que será su próxima participación en el Desfile de las Rosas el 1 de enero de 2015.
Viajan con recursos propios
A la presentación profesional que realizan estas muchachas y muchachos, cabe resaltar que viajan con sus propios recursos. Edgar Miranda, indicó que aproximadamente cada uno de las familias de los integrantes derogó Q10 mil quetzales entre gastos de trámites de visas y boletos de avión. En Los Ángeles han sido recibidos por familiares, voluntarios e iglesias cristianas que abrieron sus puertas para acogerlos.
«Nos sentimos orgullos de representar a Guatemala y esperamos que se sientan satisfechos con nuestra participación, pues con esto demostramos que hay valores positivos en nuestro país, somos jóvenes que queremos desarrollarnos de diferente manera», destacaron Dayrin Borrayes de San Marcos y Wendy Ordoñez, de Quetzaltenango.
La Voz del Inmigrante 