Les tiende una mano, les brinda cobijo, comparte sus alimentos, les trae agua en el camino cuando llegan con sed, pero también llora con ellos y aprende de ellos. En esta entrevista exclusiva, el Padre mexicano Alejandro Solalinde, narra algunas de sus experiencias con inmigrantes guatemaltecos que han recibido ayuda en su refugio en Oaxaca, México, y a quienes tiene en alta estima.

Con una voz amable, pero firme, conocedor del drama humano y social del tema de la migración en carne propia, el Padre Alejandro Solalinde ha traído desde México hasta los Estados Unidos de América su «Caravana de la Esperanza», un movimiento que llama a reflexionar y tomar acción para frenar las amargas experiencias que viven miles de personas al cruzar por territorio mexicano en su camino para llegar hasta tierras estadounidenses. Su próximo paso, crear conciencia en los Gobiernos del Istmo para que se involucren en un proyecto sistemático de apoyo a sus conciudadanos con el fin de evitar que tenga que emigrar.
Consciente de los riesgos, el líder religioso asegura humildemente que no tiene miedo. La mafia y el crimen organizado no ve con buenos ojos su cruzada en favor de los derechos humanos de los migrantes, quienes se han convertido en carne de cañón para ser explotados por los mismos coyotes y narcotraficantes. «Soy un guerrero del Reino del Señor», enfatiza Solalinde.
Sin embargo, en su papel de pastor de un rebaño desamparado al que busca proteger del hambre, frío e injusticias, el sacerdote mexicano reconoce las valiosas lecciones de humildad, solidaridad y cultura que dejan en él cada uno de los diferentes grupos de transmigrantes con los que trabaja, principalmente las personas de origen guatemalteco, de quienes se reconoce admirador por el enorme legado milenario que llevan cada uno de ellos, en su forma de ser, costumbres e idiomas.
Los chapines,
el grupo más vulnerable
Aunque Solalinde hace ver que él trabaja para toda persona que lo necesite, señala a los transmigrantes guatemaltecos como los más vulnerables, pues en su mayoría son de origen indígena, poseedores de una enorme riqueza cultural. «Para ellos es un drama enorme tenerse que desprender de su tierra, la Madre Tierra que los vio nacer», manifiesta.
«He visto mujeres con su traje típico, sus faldas y sus hüipiles. Ellas, antes de subir al tren, se cambian inmediatamente y dejan todo, hasta sus huaraches, para ponerse tenis, pantalón y sudadera y así correr detrás del tren hasta abordarlo. Se transforman en un inmigrante estándar. Tengo tanta ropa típica almacenada en el albergue que no he mostrado a nadie, pero me gustaría organizar una exhibición para que otros conozcan esta realidad», atestigua.
Lo anterior, indica, es una imagen y migración de identidades. «Tengo respeto y cariño por ellas y ellos; son los más humildes, indefensos y nobles», declara con emoción.
No obstante, los transmigrantes guatemaltecos son quienes más logran sobrevivir a los secuestros y ataques por parte de la delincuencia, ya que ellos han pagado a los coyotes por una protección, un «derecho de piso», por lo que llegan en mejores condiciones hasta su destino final en los Estados Unidos.
Adicionalmente, en el manejo de las redes sociales, la comunidad guatemalteca ha demostrado un buen manejo de las mismas para mantener lazos de comunicación y demostrar solidaridad con sus compatriotas, aunque no sean miembros de sus propias familias.
Guatemaltecos,
ejemplo para la sociedad estadounidense
El líder de la «Caravana de la Esperanza» ve en la profunda espiritualidad y unión familiar de los guatemaltecos un valioso aporte al individualismo que caracteriza a la sociedad estadounidense, la cual puede enriquecerse con el ejemplo y aporte de aquéllos.

«Son místicos; he llorado y sufrido particularmente con los transmigrantes guatemaltecos, pues no es justo lo que les hacen algunas personas en México», añade.
Por tal razón, Solalidende fue un pilar fundamental para la instalación de un Consulado de Guatemala en Oaxaca, punto donde miles abordan el tren de carga, mejor conocido como «La Bestia». Pero no conforme, esta semana, junto a un grupo de activistas, se reunió en el Consulado General de Guatemala en Los Ángeles con autoridades diplomáticas guatemaltecas, hondureñas, salvadoreñas y ecuatorianas, a quienes pidió trasladar a sus respectivos gobiernos una serie de peticiones, principalmente relacionadas a la identificación de los transmigrantes, aumentar el acompañamiento y visitas a centros de detención y albergues.
«La inmigración hacia los Estados Unidos es una crisis regional sistemática que no puede solucionarse individualmente. Los inmigrantes no son un problema, son una oportunidad de enriquecimiento cultural y un enorme aporte a la economía», es el mensaje que lleva el Padre Solalinde. En el Foro Mundial de Soros lo escucharon atentamente, pero también pusieron muchos pretextos para involucrarse en su propuesta. Lejos de desanimarse, sigue con su «Caravana de la Esperanza», con la esperanza de que los centroamericanos se suban a ella.
